Durante la segunda sesión del seminario “El Parte tiempos” se contó con la participación de Ariadna Ramonetti, quien expuso dos casos de estudio a partir de la noción de Necropaisaje [1] que muestran la inminente relación de extractivismo y despojo geológico a partir de las zonas centro y norte del territorio mexicano.
El primer caso se refirió a la destrucción de la cuenca hídrica del lago de Texcoco para la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) en 2018, el cual involucró también la destrucción de terrenos ejidales de varias comunidades aledañas como San Salvador Atenco; y el segundo caso correspondió a la literal explosión del Cerro de las Mitras, ahora conocida como “Las Pedreras” localizada en los municipios de Monterrey, San Pedro Garza García, Santa Catarina y García en el estado de Nuevo León, cuya montaña forma parte de la Sierra Madre Oriental, y que ha estado a cargo de Cementeras. Las reflexiones que brotaron respecto a estos ensayos escritos y visuales fueron diversas; comenzando con la pregunta ¿Por qué estamos dispuestos a defender paisajes sin personas?
Estos dos casos serían los puntos de partida para abordar la discusión que existe en la concepción humana de naturalizar el despojo por la idea patriarcal de “volver a la vida” una región que de no ser explotada, resulta “inutilizable” mediante la concepción capitalista y extractivista del territorio-materia a disposición del desarrollo progresista del ser humano; y la concepción de área protegida bajo la concepción de patrimonialización donde el Estado se convierte en el administrador del territorio. En ambos casos se ignora y desplaza la relación espacial construida por los habitantes locales, justificando el despojo en aras de la idea del progreso institucionalizado que surge en los siglos XIX y XX.
La consideración de que el espacio está ahí para ser dominado por el hombre puede resultar igual de problemática que afirmar qué hay ciertos espacios que deban ser conservados, ya que ambas posturas asumen una visión antropocentrista de restricción y patrimonialización del territorio, ¿Territorio de quién? Si bien estas consideraciones abren problemas teóricos relacionados con la idea del territorio dispuesto a ser conquistado y puesto para el expolio; presentándolo como un ente muerto, baldío, carente de significación hasta que el hombre imprima su fuerza de trabajo sobre él y logré dominarlo; o bien, si es que se reconoce como digno de conservación, que se le subyugue a un procedimiento museal como la propuesta del caso de reubicación de los murales de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes SCOP (1954) al NAICM con motivo de los daños estructurales al edificio por el sismo de 2017 o el movimiento de defensa del Espacio Escultórico (1979) por el daño a la “vista” por la construcción del edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (2015).
Ambas perspectivas impiden la creación de memorias vivas desde las cuales construir otra idea de patrimonio y formas de interacción con el mismo, que considere esa “territorialidad ampliada”[2] propuesta por Ramonetti, la cual propone la existencia de otros sentidos o formas de habitar dichos espacios para las personas, asimismo denota que existen otras maneras de relacionarnos con el paisaje, y que éste a su vez contiene agencia que no es meramente visual, ya que contiene memoria y atraviesa otras dimensiones como las sensoriales y sentimentales que conforman la realidad de quienes lo transitan, lo habitan, lo utilizan, etc., ya que el paisaje también inquiere en un uso social que se desgasta. Este último sometimiento implica que se creen barreras - tanto físicas como conceptuales de visibilización, académicas, etc., entre el observador y lo observado, impidiendo que la relación histórica sea la que sostenga la creación de una memoria viva y activa, de uso constante, donde el patrimonio funja como puente entre el presente y el pasado.
Durante la sesión se problematizó la manera en que se usa y habita aquello que se quiere conservar, así como las diversas relaciones que se pueden sostener entre aquello que se procura cuidar y quien lo cuida, lo cual derivó en diferentes perspectivas planteadas por los integrantes del seminario, como la posibilidad de recurrir a la normativa legal para otorgar personalidad jurídica a los territorios, reconociendo con esto su importancia, no como recurso material, sino como entidad no-humana dotada de existencia.
Estos enfoques propician la reflexión de la pregunta sobre la manera en que asumimos a la entidad patrimonial, si la apropiación del espacio da lugar a la interacción directa con el mismo, si esta interacción sería libre o no mediante la regulación de su uso, por ejemplo, de acuerdo a parámetros temporales; o sí en aras de la conservación, la descontextualización y desvinculación emocional con el pasado es jerarquizada de manera prioritaria.
Por último, se discutió cómo cada vez más la representación visual de este ciclo de destrucción y muerte contenida en el necropaisaje muestra la relación con los procesos de desigualdad sistemática implícita en los procesos de despojo. En contraparte a la cualidad visual que también puede resultar negativa al naturalizar la mirada o hasta embellecer la destrucción del territorio y des-problematizar las implicaciones que éstos traen consigo a comunidades humanas y no humanas.

- Lejos de que la investigación de Ramonetti se remonta a el proyecto editorial [islario] http://islario.org/index.php/numeros/ lanzado con el primer número en 2016 y bajo el cual también se organiza su tesis doctoral “En la boca del agua, en la orilla del centro: Territorio, agencia y política en la ribera nororiental del `Lago de Texcoco” (2019), la noción de Necropaisaje la propone con el artista Oswaldo Ruiz “para aludir críticamente a procesos extractivos de orden geológico que degradan irreparablemente el paisaje natural y sus formas de vida, provocando un ciclo de muerte en donde la naturaleza y el territorio son reducidos a mercancías de bajo costo al servicio de los intereses del gran capital para ocupar con infraestructura pública y privada […], el mismo espacio del cual se extrajo el material pétreo, produciendo en consecuencia un paisaje marginal de exclusión” en dossier: Todo lo sólido (se desvanece en el aire) Extractivismo y necropaisaje en el noreste de México.
- Este término fue abordado por Ramonetti durante su exposición, comentando que la formulación del mismo surgió a partir de la manera en que las comunidades de Texcoco y sus alrededores comprenden los límites espaciales; es decir, en relación con el tránsito que sus actividades cotidianas requiere, donde el andar se convierte en una manera de conocer, leer y ubicarse en el espacio y la realidad que este engloba.
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